sábado, 11 de junio de 2011

Cuando la Ciencia se convierte en el Lenguaje del Arte.

Muchas veces nos sorprende la perfección que encontramos en las formas de la naturaleza. Y vosotros os preguntaréis cuál puede ser el común denominador entre la silueta de la Galaxia a la que pertenecemos, la Vía Láctea, la geométrica disposición de las semillas de un girasol y el refinado espiral que se dibuja en las conchas de ciertos moluscos.
Aunque parezcan fenómenos naturales tan dispares como incongruentes entre sí, todos ellos tienen en común el mismo interrogante: Una cifra conocida desde hace muchísimos años, un simple número que, por su pauta geométrica de insuperable armonía, sirvió de piedra angular a la obra de grandes artistas y arquitectos, entre ellos Vitruvio y Leonardo Da Vinci. La presencia de esta cifra en innumerables manifestaciones naturales y creaciones artísticas, le merecieron los apelativos de “número de oro”, “proporción áurea”, o “divina proporción”.
Llevar este número a un escrito sería imposible, no por grande, ya que se trata de un decimal menor que dos, pero sí por estar compuesto por una cantidad infinita de dígitos que no siguen ningún orden aritmético. Este número se define mejor desde la siguiente notación:
≍1,6180339887….
¿Cómo se percibe la proporción áurea?
Podréis observar la proporción áurea en la vida cotidiana. Si tenéis dos tarjetas de crédito, colocad  una de modo horizontal y la otra vertical alineándolas por las bases. Ahora trazad una diagonal por la tarjeta horizontal y prolongadla. Os sorprenderéis al comprobar que la diagonal coincidirá con el vértice superior derecho de la tarjeta vertical. Esta propiedad es exclusiva de los rectángulos áureos, forma  geométrica presente en numerosas obras de arte  que fusionan la estética y la matemática.
¿Qué aplicaciones tiene en el mundo del arte?
En este “mundo áureo”, la divina proporción nos habla a través del rostro de Gioconda, de Leonardo, maestro renacentista cuya obra se nutrió de un contenido exquisitamente matemático; mediante el neoimpresionismo representado por George Seurat, o a través del lienzo dedicado a la Última Cena realizado por Salvador Dalí, entre muchos otros. Si nos acercamos a la reina de las artes aplicadas, la arquitectura, veremos que trazos geométricos áureos subyacen en edificios históricos y emblemáticos: El Partenón, la Catedral de Notre Dame, La Sagrada Familia, o la Torre Eiffel, por citar algunos. “Los sentidos se deleitan con las cosas que tienen las proporciones correctas” -dijo Santo Tomás de Aquino-
La proporción áurea en mis obras:
La proporción áurea es un principio fundamental en mi obra. Casi de manera involuntaria, tanto escultura, como pintura, enuncian, sin dilación, esta cifra. Hay que tener en cuenta que la Naturaleza, a la que hace referencia mi trabajo, alberga miles de manifestaciones de la divina proporción. Refiriéndonos al reino vegetal, la encontramos en la distribución de los pétalos de una flor, el orden de las hojas en un tallo, la relación entre las nervaduras de las hojas de los árboles, la relación entre el grosor de las ramas principales y el tronco, la distancia entre los espirales de una piña. Observando el reino animal, en la forma perfectamente logarítmica de las conchas de determinados moluscos, en  las proporciones morfológicas de las abejas, en la secuencia espiralada de los cuernos de ciertos antílopes y un extenso etcétera. Tengo que mencionar que, para que una obra de arte se denomine Realista, debe contar con un aritmético rigor científico.
En cuanto a la figura humana, grandes artistas enunciaron, desde épocas muy antiguas, un canon de proporción anatómica, basados en el concepto áureo. De los más destacados mencionaremos al Hombre de Vitruvio, formulado por el arquitecto romano Marco Vitruvio y redescubierto por el genio renacentista Leonardo Da Vinci. Mediante este estudio, el número de oro se refleja en: La relación entre la altura de un ser humano y la altura de su ombligo; la relación entre la distancia del hombro a los dedos y la distancia del codo a los dedos; la relación entre la altura de la cadera y la altura de la rodilla; la relación entre el primer hueso de los dedos (metacarpiano) y la primera falange, o entre la primera y la segunda, o entre la segunda y la tercera; la relación entre el diámetro de la boca y el de la nariz; la relación entre el diámetro externo de los ojos y la línea inter-pupilar. Haciendo un análisis anatómico más profundo, veremos que, cuando la tráquea se divide en sus bronquios, si se mide el diámetro de los bronquios por el de la tráquea se obtiene el número áureo, o el de la aorta con sus dos ramas terminales (ilíacas primitivas). Está comprobado que mientras más proporciones áureas se encuentren en un ser humano, más cerca se hallará de la belleza, del canon de perfección.
Como podréis observar, partiendo de todos los puntos de la historia, ciencia y arte, van íntima y sorprendentemente relacionados.
¿Cómo podemos educar nuestra sensibilidad para percibir y aplicar esta proporción en nuestras actividades diarias?
“Libros, caminos y días, dan al hombre sabiduría”. Desde luego, cultivar nuestra mente y asimilar nuevos conceptos y conocimientos, nos hará ver el mundo que nos rodea desde otra perspectiva. Estoy seguro que, al concluir esta lectura, muchos de vosotros buscaréis dos tarjetas de crédito para “experimentar” la silenciosa presencia en nuestra vida cotidiana de éste mágico número. O, quizás, en un paseo diario, el simple hecho de asombraros  con la belleza presente en la elegante disposición de los pétalos de una rosa, os remontará a ésta mítica cifra. Incluso, al mirar la Galaxia a la que pertenecemos, o la armónica pequeñez de las semillas  del girasol, os recordará este emblemático número. “Las matemáticas son el alfabeto con el cual Dios ha escrito el Universo” dijo Galileo Galilei.

Hombre de Vitruvio u Homo Cuadratus (Leonardo Da Vinci)


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